jueves, 3 de marzo de 2011

Crítica, pero con humor




Elmgreen & Dragset
Galería Helga de Alvear
Del 20 de Enero al 5 de Marzo de 201

Una de las estrataegias del arte contemporáneo es, sin duda, la crítica. Pero el humor, en esta ocasión a camino entre el cinismo y la ironía, no es tan habitual. Si algo distingue al tándem artístico Michael Elmgreen y a Ingar Dragset es justo eso, una afinada ironía. La ocasión para comprobarlo la ofrece la Galería Helga de Alvear con Amigos, una instalación que nos adentra en una sauna, heterotopia y cliché gay por antonomasia, en la que los artistas escandinavos aprovechan para hurgar en la fractura de las relaciones sociales contemporáneas.

El tándem artístico ha habilitado fielmente tres salas de la galería madrileña a modo de sauna de encuentro: en la recepción un montón de toallas cuidadosamente dobladas y bordadas con el nombre Amigos reciben al visitante, que debe retirar una cortina de metal para acceder al vestuario. Vemos una taquilla medio abierta, ropa sucia en el suelo, y una manzana en la repisa de un lavabo que nos lanza un guiño.

Segunda parada: una puerta medio cerrada (¿Se puede entrar?) nos introduce en una misteriosa habitación bañada en azul: la sauna, heterotopía por antonomasia del mundo gay, y parada obligatoria de cruising. Un enorme Apolo nos recibe exultante mostrando su pene partido, mirando hacia dos urinarios con sus tuberías entrelazadas. Un biombo nos esconde unos pantalones y un calzoncillo tirados en el suelo. No hay lugar a mucha interpretación, alguien se lo ha pasado muy bien con ocasión de la instalación.

Tercera sala. Una escena con el sello de David Hockney nos atrapa: dos tumbonas, El color prohibido de Mishima y una piscina con… ¿Un hombre ahogado? El amante apolíneo ha puesto punto y final al sufrimiento de su amante, ¿O es un suicidio? El aura vintage de la escena se ve turbado por las imágenes de esculturas romanas que retratan a efebos ataviados para la ocasión con shorts y camisetas, al más puro estilo desfile del Orgullo Gay.

En ese momento el visitante no puede más que esbozar una sonrisa. Por la complicidad que los autores han conseguido crear, por sentirse sujeto pasivo-activo en un escenario absurdo por cliché llevado al extremo, y por el giro tan inesperado que ha tomado una instalación a primera vista inocente. El escalofrío, entre humor negro, cinismo e ironía, recorren al espectador.

¿Arte gay?

Es difícil no caer en las etiquetas en la obra de Elmgreen & Dragset, la iconografía gay permea la mayor parte de su obra. Aunque reconocen este marchamo, decir que su obra únicamente habla en esta clave sería menospreciar un trabajo en el que trasluce una reflexión más compleja que una mera etiqueta. El dúo escandinavo disecciona la identidad contemporánea, pero obviamente, no pueden evitar hacerlo desde su propia identidad.

Los urinario entrelazados nos hablan de las relaciones entre dos hombres, pero también pueden reflexionar (y lo hacen) sobre la complejidad y el peso del sexo en las relaciones de compromiso. Igual ocurre con la estatua de un Apolo (sexual a más no poder) de la sauna, imagen característica de la iconografía gay, pero que también nos remite a la imagen del cuerpo eminentemente sexualizado con que nos bombardean los medios de comunicación.

Uno no sabe muy bien hasta qué punto Elmgreen & Dragset se ríen de la iconografía gay o hacen gala de ello, juegan con una ambigüedad muy afinada. Además de una reflexión sobre la identidad del individuo contemporáneo, la instalación establece una reflexión entre el espacio público y privado. El mismo título es una mirada crítica sobre los tiempos, no tan lejanos, en los que determinadas opciones sexuales se ocultaban tras la amistad.

¿Cuánto poso permanece de todo aquello? En la era del todo vale ¿Somos la misma persona en público y en privado? ¿Qué papel juegan los no-lugares en este teatro de las distintas versiones de un mismo sujeto? ¿No nos resulta terriblemente familiar este escenario frío y desarraigado?

La fractura contemporánea

Es justo ahí, donde Elmgreen & Dragset hunden el dedo en la llaga de las relaciones sociales de nuestro tiempo: el individuo se ve arrojado a diario a no-lugares, aislados del tiempo y el espacio, en los que se desarrolla parte de su vida privada, o lo que solía serlo. ¿Cuánto hemos cedido? ¿Cuánto se ha transformado nuestro comportamiento? ¿Nos espera el mismo destino que al pobre individuo de la piscina?

Las heterotopías contemporáneas, la construcción de la identidad, los espacios de intimidad expulsados sin anestesia al desarraigo del espacio público... todos temas recurrentes en la obra de esta pareja de creadores afincados en Berlín, que ya tuvieron ocasión de mostrarnos gran parte de su obra durante la temporada 2009 en el MUSAC.

Similar punto de partida tuvieron trabajos como Prada en la Fundación Marfa (2005), para la que construyeron una tienda de la conocida marca italiana en mitad de la nada del desierto tejano –y allí sigue con los tacones de esa temporada-; o su propuesta para los pabellones escandinavos de la Bienal de Venecia de 2009 –donde ya nos mostraron la piscina y al pobre maniquí ahogado-.

Poseedores de una narrativa con sello teatral, una de sus obras más hilarantes, es la que realizaron con motivo de la última edición del Skulptur Projekt en Münster, Drama Queens, un sketch en el que el Rabbit de Jeff Koons, Untitled de Ulrich Rückriem, Elegy III de Barbara Hepworth y L’homme qui marche de Giacometti, escenifican una variedad de absurdeces de mundo contemporáneo y su traslación al mundo del arte (http://expander-film.de/videos/drama_queens/drama.html).

Al igual que en Amigos, no queda claro si se están riendo de nosotros, de ellos mismos, o están haciendo gala de un postmodernismo de corte gafa pasta. Aunque, en cierto modo, ¿Hay algo más pesadamente postmoderno que adoptar una mirada entre cínica e irónica sobre la propia postmodernidad?


CELIA SIERRA

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