jueves, 3 de marzo de 2011

ELMGREEN & DRAGSET LLEVAN UN CUERPO A CUESTAS

FRIENDS
Elmgreen & Dragset, 2011. 20 de Enero - 5 de Marzo
Galeria Helga de Alvear, Madrid

ELMGREEN & DRAGSET LLEVAN UN CUERPO A CUESTAS
Virginia Lázaro Villa


El grupo de San Ildefonso, formado por Orestes y Pílades y expuesto en el Museo Nacional del Prado, es quien ilustra la publicidad de esta exposición. Pareja mítica recordada por haber mantenido entre ellos una estrecha relación, suelen ser presentados como modelo de amistad, y  en muchos casos, como relación homosexual. Orestes y Pílades se encuentran aquí retratados ofreciendo un sacrificio por haber vuelto de la Táuride con la imagen de Artemisa, estatuilla que debería aparecer en la parte izquierda de la pieza, pero que parece haber sido borrada con trucos tecnológicos. Sin estatuilla, a Orestes y Pílades solo les queda su amistad, y bajo las letras de neón rosa que lo acompañan, ya no da pie a dudas.

Esta imagen de los jóvenes iluminados con neón nos hace sospechar, más bien parece el flyer de un local gay (con todo lo que esta palabra implica) un tanto chic, o por ejemplo, el que anunciaría un evento homosexual en una galería de arte. Entramos, y tal y como prometía el flyer, nos encontramos en otro lugar, estamos dentro de una sauna: dentro de la sauna Amigos. Ante nosotros, la recepción y pasada ésta, un vestuario lleno de objetos que  describen a dos personajes que suponemos dentro de la sauna. Observamos los rastros que han dejado y podemos identificar tópicos asociados a distintas tipologías creadas en torno del homosexual – casi podemos imaginar a los sujetos en cuestión. Avanzamos, y llegamos a la sauna propiamente dicha. En esta habitación se encuentra la recreación un tanto libre del mobiliario y en el centro, una vaciado de lo mas kitsch representando a un adonis, aparentemente en pleno descanso, totalmente relajado y confiado, recibiendo una transfusión de sangre. Miramos su rostro y su postura laxa y parece acusar falta de energía, la languidez más absoluta, incluso enfermedad. No será ésta la única referencia a esculturas clásicas, a lo largo de todas las salas encontramos imágenes de efebos de mármol vestidos con ajustadas camisetas de lo más actuales, que los hacen parecer cualquier chico que pudiéramos cruzarnos por la calle.

Por terminar, la última de las estancias recrea una piscina y en ella, un cadáver. El mismo cadáver que pudimos ver hace dos años en la 53 edición de la bienal de Venecia, donde Elmgreen & Dragset fueron artistas y comisarios (al mismo tiempo, por si no parecía posible) de los pabellones danes y nórdico, los que por primera vez en la historia de la bienal contaron con un proyecto común. En aquella ocasión presentaron la instalación “The Collectors”, con la que convirtieron el pabellón nórdico en la casa de un adinerado homosexual, el cual, se encontraba muerto, ahogado, en la piscina de la mansión colocada en el exterior del pabellón. El mismísimo muerto con el que nos encontramos aquí hoy, otra vez, y que aun a riesgo de parecer recurrente, Elmgreen & Dragset han hecho girar por diferentes salas de exposiciones obligándonos a encontrarnos de nuevo con él. Un tipo que murió ahogado en su casa y que muere ahora de la misma manera en una sauna gay dentro de Helga de Alvear.

Que sensación mas extraña de Déjà vu, que ya no me deja pensar este muerto sin aquel.
¿un suicidio o un asesinato? se preguntan. Que más da…, en cualquier caso muertes públicas, un actor (o más bien, muñeco que hace de doble) y una escenografía, otra puesta en escena  dentro de una galería. Caminábamos por la sala y no podíamos escapar a percibir el tiempo como si estuviera suspendido. Ahora sabemos que estamos dentro de un plató en el que no se está rodando nada, en donde los actores y el equipo ya no están presentes. Camino por la sala y no hay nadie (lo que tampoco ha de sorprendernos, al fin y al cabo, es una galería de arte), y sin embargo, en esta ocasión se hace significativo. Estas salas provocan una sensación similar a esa que se tiene cuando ten encuentras en la calle, en verano, a las tres de la tarde y parece que la gente ha salido corriendo, escapando, como ante una catástrofe y dejando tras de sí todo como estaba, sin tiempo para recoger las cosas y dejarlas resguardadas a la espera de su vuelta. Nada más lejos de la experiencia en Venecia. Allí no era posible escapar de los demás espectadores (era una bienal, claro), y la piscina, por lo tanto el muerto, se encontraba rodeada de un flujo incesante de mirones. Solo era posible contemplar a la gente mirando la muerte del coleccionista. En Venecia, el goce de mirar y la curiosidad perversa como único pretexto era evidente, en esta ocasión, sin poder seguir las miradas de los otros, es la puesta en escena presente en ambos casos, la que aparece.

Si hace dos años se nos daba la posibilidad de inmiscuirnos en la casa de este hombre y rebuscar, enfrentando su cuerpo viejo y cadáver (de duradero latex) a la orda cotilla de visitantes, hoy nuestro muerto se enfrenta a la presencia del lánguido y pasivo joven, enfermo de belleza hipertrofiada y de ser una hipérbole de sí mismo, ostentando eso que se llama cuerpo clásico y vaciado en escayola. En ambos casos, es a pesar del público, o precisamente por él, que en la obra de Elmgreen & Dragset el cuerpo es testimonio de lo que se ha ido escribiendo en él a lo largo de la historia. Pero hay que decir también que hay humor en sus instalaciones. Es divertido pasear por las salas y jugar al juego que proponen, al teatro, en donde no queda muy claro donde empieza lo superficial y donde el cliché, la manera, o si es que finalmente, todo lo es.

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