lunes, 14 de febrero de 2011

Cabello/Carceller
Off Escena: si yo fuera...
Abierto X Obras
Matadero Madrid
21 de enero - 13 de marzo

El fin de la espera (que no de la esperanza)

por Gema Melgar

La puerta de hierro se cierra detrás de nosotros golpeando fuertemente la pared de cemento. El sonido del metal llama al imaginario colectivo que nos trae inmediatamente a la memoria una situación de encierro en prisión, pero a la vez nos acerca a la realidad del espacio donde nos encontramos, la puerta es la misma que acabamos de atravesar, la de la sala Abierto X Obras de Matadero Madrid.
Off escena: si yo fuera... es la propuesta sitio-específico de las artistas Cabello/Carceller (París, 1963-Madrid, 1964) para la antigua cámara frigorífica del Matadero, donde ya han realizado intervenciones en su particular espacio artistas como Daniel Canogar, Mateo Maté, Roman Signer o Carlos Garaicoa entre otros.

La ortogonalidad de la sala, distribuida en naves por filas de columnas, se ha cortado transversalmente por una estructura de andamio y un escenario de madera que queda orientado a una de las paredes laterales. En palabras de las propias artistas, “el objetivo de esta disposición era romper la racionalidad del espacio”, lo que prepara al visitante para confrontarse con la ficción.
Sobre la pared del escenario hay una pintada: “Pregunta y habla”, que apela de forma brusca y directa al espectador a cuestionarse las cosas y a manifestar su opinión, casi de tintes propagandísticos y al estilo de las Guerrilla Girls, parece que busca construir conciencia de sujetos independientes. La fuerza de la frase llega por su contraposición al lema del ejército americano “don’t ask, don’t tell”, o lo que es lo mismo, “si no quieres tener problemas, y quieres seguir aquí: no preguntes, no hables”. También podría quizás extrapolarse este “aquí” al mundo del arte, donde para muchos lo más sencillo es limitarse a seguir el sistema sin cuestionarlo. Precisamente, para responder a este pensamiento, aparece un cubo blanco (white cube) derribado sobre el escenario, donde la pintura que contenía se ha extendido en la superficie de madera. Una inteligente puesta en escena de la complicada relación entre el white cube vs site-specific, que ya apuntó en los 70 Brian O’Doherty.

La película que narra la historia de off escena: si yo fuera..., se presenta como una retroproyección que dentro de la propia pieza cobra sentido, se puede ver de un lado y otro, lo que implica distintos puntos de vista, si lo hacemos desde las gradas adoptamos el papel cómodo de espectador pasivo que nos da una cierta seguridad, desde el otro lado de la pantalla nos hace pensar que estamos dentro de la ficción, que somos parte del espacio de representación donde se desarrolla la acción.
El fuera de campo es, aunque no lo veamos sino que lo intuyamos, el protagonista de la acción y dentro y fuera de escena se mueven con soltura las cuatro mujeres presas que ponen voz a las poéticas políticas críticas de Cabello/Carceller. En este sentido, lo que no se ve, de lo que no queda registro es de los pensamientos, los sueños, de ahí que casi se pueda decir que una cosa equivale a la otra (off escena = si yo fuera...).

Los personajes y el atrezzo recuerdan al vaudeville y al teatro del absurdo, no faltan las referencias explícitas a Beckett y Brecht. En el caso del primero, cuando una de las presas dice “esperando a Godot para variar” confiere un guiño enormemente significativo, dada la estrecha relación de Beckett con las prisiones, precisamente a través de esa obra. Fue un prisionero de la cárcel de Luttringhausen en Alemania quién escribió a Beckett para contarle en detalle como los prisioneros se habían identificado con los personajes, y habían interpretado su obra, “tu Godot es nuestro Godot” exclamaba en su carta a Beckett, ellos también esperaban algo que diera significado a sus vidas.
Por otro lado, se percibe además una estética de musical brechtiano, de opera de los tres peniques, con el violinista de fondo que toca el “if i were a rich man...”, e inspira la pregunta que surge de nuevo en nuestro tiempo actual ¿quién es el mayor criminal: el que roba un banco o el que funda uno?.

El condicional y la condicional, el uso del “si yo fuera...” no sólo hace a las presas imaginarse en una posición tradicionalmente de ventaja en el mundo occidental (ser hombre, blanco, rico, protestante, libre), sino que funciona como una llamada de atención al público para reflexionar desde el otro lado, desde la posición cómoda de observadores con capacidad de emitir juicio. Revisitar el análisis foucaultiano del castigo institucional y cuestionarnos si trataríamos de la misma manera a estas personas si fueran otras (o mejor dicho las mismas pero en otro marco contextual). Lo que en términos filósoficos y en oposición a Kirkegaard nos hace preguntarnos: ¿existe la posibilidad de ver a las personas individualmente sin su contexto? ¿somos personas si no tenemos un contexto que nos rodea, que nos aporta significación?

Volviendo a Godot, hay un momento en la historia, en que las cuatro mujeres se funden en un abrazo fraternal que recuerda de nuevo la historia del prisionero de Luttringhausen, quién en su carta a Beckett explica: “en prisión todos estamos esperando a Godot y no nos damos cuenta de que ya está aquí. Sí, aquí. Godot es mi vecino en la celda contigua. Tenemos que hacer algo para ayudarle, cambiarle los zapatos que le hacen daño!” Pueda ser que sea esto lo que descubren las cuatro internas en la ficción, y quizás también en la realidad, que el sentimiento de fraternidad y compañerismo es algo genuinamente humano, para lo que no se necesita un contexto específico.

Hay algo siniestro en la totalidad de la historia narrativa, realidad y ficción se confunden, parece que los personajes aún estuvieran dentro del espacio, que formaran parte del lugar. Esta sensación de desubicación se ve incrementada por el paneo fantasmagórico de la cámara al final, como si fuera el alma del espacio o el propio Godot, que finalmente llegó, aunque ahí ya no quedara nadie.

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