lunes, 14 de febrero de 2011

Título de la exposición: Cabello / Carceller. Off Escena: Si yo fuera...
Título de la crítica: Hay cosas que el dinero no puede comprar.
Autora: Eva Ortega

Un sujeto inesperado, el espectador, entra en una antigua cámara de refrigeración y se encuentra con un escenario abandonado de estética brechtiana, sin butacas para sentarse y desde donde poder observarlo. Uno de los pocos decorados en el escenario es una orden imperativa: Pregunta y habla. Pero, ¿sobre qué? Ésto es algo que el sujeto no sabrá al principio, porque tiene que descubrirlo fuera de escena. La otra cara del escenario se transforma en unos andamios de construcción y, atrapados entre éstos, está la máquina que proyecta a cuatro sujetos inesperados y femeninos en la pantalla, ante la cual, sí hay gradas para que el público se siente.

Pregunta y habla: ¿Por qué esas mujeres están recluidas en la pantalla y en una prisión?, ¿cuál es su historia y por qué no la oímos? Nos responde una mujer que ha pasado del baile optimista al encierro pesimista: “Cuando era joven bailábamos cualquier cosa. Creíamos que íbamos a cambiar el mundo, y mira tú lo que ha cambiado.”

La exposición del equipo artístico formado por Helena Cabello (París, 1963) y Ana Carceller (Madrid, 1964) nos muestra, a través de un cortometraje y una instalación, a cuatro mujeres de vidas truncadas por la falta de libertad, que están atrapadas en una proyección y entre las rejas del Centro Penitenciario Madrid I. El video proyectado no nos permite saber mucho de sus historias, pero eso no importa. A veces puede haber historias traumáticas y desgarradoras detrás de cada persona pero, primero, no siempre se quieren contar esas vivencias, y segundo, no es la intención de las artistas Cabello / Carceller.

Off Escena. Si yo fuera... nos habla de espacios que están fuera de escena para nuestra sociedad. Lugares marginales como también lo son los hogares de ancianos, las escuelas de educación especial o los psiquiátricos. Son espacios de reclusión impuesta y de falta de libertad acordadas por el resto de la sociedad, que son los que sí están On Escena. Nuestra sociedad tiende a limitar y parcelar, a poner barreras espaciales y psicológicas, a crear vidas truncadas y paralelas, a encerrar aquello de la sociedad que no nos gusta o nos asusta, a construir muros y alambradas, y a patrullarlos por si a alguien se le ocurre entrar o salir. Podemos estar fuera o dentro pero no en los dos sitios a la vez.

Existen bastantes expresiones para referirnos a la idea de prisión: la cárcel, el centro penitenciario, estar entre rejas, en chirona, en el trullo, a la sombra, en el talego, en el penal, estar recluso, etc. Con tantas palabras parece que estamos hablando de tabús y eufemismos sobre algo que no queremos nombrar, que nos molesta y que hasta puede ser contagioso. Es un lugar de la vergüenza del que apartamos la mirada. Y luego cuando estas personas consiguen salir de la sombra necesitan un curso de realidad social, para poder adaptarse al gusto de la cultura con la que conviven. En España el porcentaje de mujeres cumpliendo condena es del 8,7 % del total de presos, es decir, son más de 17.000 las mujeres presas1. Todas estas personas que se quedan fuera de la sociedad actúan como sujetos inesperados a los que la mayoría ha señalado y castigado. Sin embargo, todos sin excepciones podemos carecer de libertad y todos somos responsables, como sociedad, de que haya personas sin ella.

¿Qué pasaría si estas cuatro mujeres hubieran sido hombres ricos?, ¿estarían en la prisión? Puede que a uno el dinero le dé poder para evitar la prisión o para que se escuche su discurso. Pero, en realidad, la idea de pensar en un hombre rico no deja de ser un estereotipo. Daría igual que fuese un hombre o una mujer ricos, éstos cometen errores igual que los demás, y en principio deberían cumplir sus penas en las mismas condiciones que el resto. Claro que para muchos la libertad no tiene precio.

El sujeto inesperado que visita la exposición de Cabello / Carceller tiene que tornarse en un espectador activo. Pregunta y habla nos dice la frase escrita por una de las mujeres en el escenario. Es una invitación a decir lo que se piensa, porque no preguntar y callar significa no actuar, no decir lo que somos y creemos. Pero, por otro lado, ¿es que el individuo siempre es escuchado? No. Recordemos que en la exposición, ante el escenario no hay butacas. Ése es el principal problema. Nadie se va a sentar a escucharnos. En el ejército de Estados Unidos la frase no preguntes, no hables se utiliza para encubrir la homosexualidad, para no decir libremente lo que uno piensa, con el fin de que a uno no lo echen del “sistema”. El discurso hegemónico considera a unas personas dentro y a otras fuera. Las de fuera en realidad son encerradas en otro compartimento. A estas personas que viven en la heterotopía no se les escucha. Su visión del mundo no suele interesar a los “normales”, es decir, a los que sí están dentro del círculo.

La incomunicación, las mujeres como protagonistas, la homosexualidad y lo que se queda fuera de campo son temas que han interesado a estas dos artistas en anteriores trabajos. La exposición es sencilla en su montaje y al mismo tiempo aborda un tema complejo. El teatro, el cine y la instalación se unen para hablarnos de la relación entre dentro y fuera: el escenario y off escena, las mujeres que salen de la prisión y vuelven a entrar, o las que están dentro de la pantalla pero que han estado en el mismo espacio que el espectador. Por otro lado, ha sido un acierto tratar este tema con actrices no profesionales que sienten en su propia piel la falta de libertad. Las artistas reconocen que “a las minorías sociales se les permite tener políticas pero no poéticas”, y ellas les quieren ofrecer esas poéticas políticas. La exposición puede visitarse hasta el 13 de marzo en la sala Abierto por Obras del Centro Matadero.
(1Fuente: INE Mujeres y hombres en España. 2010.)

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