martes, 22 de febrero de 2011

Realidad. Cortada, montada y programada


Caixaforum Madrid
Hasta el 24 de abril


Celia Sierra,

Lo que antes era cine y ahora se llama simplemente imagen, ha elevado nuestro acceso al conocimiento hasta fronteras desconocidas. Ha extendido (y codificado) nuestra manera de acceder a la realidad. Ahora bien, la realidad que se presenta ante nosotros está cortada, montada y pegada, y la frontera que guarda con el original se hace cada vez más y más difusa.

La exposición El efecto del cine. Ilusión, realidad e imagen en movimiento. Realismo, es una oportunidad inmejorable para plantearnos desde un ángulo crítico cuánto hemos ganado y perdido debido al omnipresente acceso a la realidad a través de los medios.
Nos acostumbramos a vivir experiencias de segunda mano, mediatizadas, regurgitadas a través del Facebook, YouTube, Twitter o la ya anciana televisión. Bocados de realidad cortados, montados y programados.

¿Es lo mismo visitar la India, Lonely Planet bajo brazo, que ver el documental de la misma enseña? ¿Si vemos el último, y a continuación lo visitamos, esperamos obtener la misma experiencia/vivencia?

A esta cuestión se enfrenta el espectador en la primera sala de una muestra, con la obra Lonely Planet del realizador Julian Rosefeldt, quien elabora un metadocumental sobre un mochilero en la India. Pañuelo en la cabeza, camiseta del Che Guevara, sandalias… el cliché no puede ser más milimétrico. La ficción filmada como realidad, que se convierte en una preciosa reflexión sobre nuestra percepción. El cenit, una escena en el desierto donde la paz del turista en tierra de nadie se ve momentáneamente distorsionada por el American Idiot de Greenday. Tan irreal, pero a la vez, tan siniestramente real como los videoclips que engullimos habitualmente.

Esta pieza es un magnifico ejemplo de la vocación didáctica del proyecto, que ha sabido acortar la distancia con el gran público, aunque parte del trabajo lo han hecho YouTube y sus 500 millones de usuarios. La exposición está comisariada por Kerry Brougher, Anne Ellegood, Kelly Gordon y Kristen Hileman bajo el sello del Hirshhorn Museum and Sculpture Garden de la Smithsonian Institution de Washington.

Casi todos los proyectos -sólo uno es anterior a 2000-, muestran en algún momento la cámara o evidencia de algún modo que detrás hay alguien trabajando. Alguien que corta, monta y programa lo que vemos. Aquello que damos por real, no lo es. O sólo lo es a medias. ¿Puede algo ser real a medias?

Destaca también la pieza de la videoartista Kerry Tribe, en la que se retrata a sí misma a través de cuatro actrices a la que ha contratado, y con las que ha mantenido conversaciones sobre su vida y las obras que ha llevado a cabo como videoartista. “Si contratara a una persona para hacer de mi ¿Lo haría mejor que yo?”, se pregunta uno de sus yoes.

Para Platón, la técnica y el arte traicionaban y desfiguraban las ideas. Los artistas y los técnicos eran traidores de las ideas, porque inducían a los seres humanos a contemplar ideas deformadas. Pero el acceso a la realidad sin mediación es imposible, toda teoría de comunicación admite, medios aparte, cierta percepción selectiva y decodificación aberrante del propio individuo.

Durante el último siglo hemos ascendido a un nuevo escalón, MacLuhan ya anunció respecto a la televisión y antes de la preponderancia de internet como “el medio es el mensaje”. El poder del lenguaje de la imagen en movimiento como constructor de la realidad, ergo de la propia identidad, es inconmensurable por imperceptible.

¿Es mejor la realidad mediatizada, que la propia realidad? ¿Es mejor una película de amor que una relación con alguien? ¿Cuál es nuestro referente real? ¿A partir de qué realidad, la de primera mano o la mediatiza, construimos nuestra identidad y nuestros recuerdos?

Aquí, otra de las piezas fundamentales es John, una obra que muestra la tendencia de los directores de cine y publicidad ingleses de contratar a jóvenes de clase media-baja de Irlanda del Norte, y en la que asistimos a un casting de uno de estos jóvenes. John se dedica a recrear momentos de su vida a partir de las instrucciones que le indican; en definitiva, sigue instrucciones para interpretarse a sí mismo.

También es necesario mencionar el cautivador Fântome Creole del realizador inglés Isaac Julien: en cuatro pantallas se simultanean imágenes de distintos paisajes, desde la estepa africana al frio paisaje escandinavo, múltiples planos que propician un constante ir y venir entre paisaje real, imaginario y ficcionado. O la recreación de la escena de la Martha de Fassbinder, en que podemos ser espectadores de excepción de la grabación del plano circular en el que se encuentran ambos protagonistas, esta vez, bajo la firma de Runa Islam.

Fundamentada en el origen del cine: el ángulo onírico de Méliès versus el corte documentalista de los Lumière, este proyecto tendrá su contrarréplica en El efecto del cine. Ilusión, realidad e imagen en movimiento. Sueño. Una segunda parte que se inaugura en la sede de Caixaforum en Barcelona durante mayo, y que completan el constructo teórico de la propuesta.

Aunque muchos visitantes no podrán visitar el segundo capítulo de la exposición, esta distancia en el tiempo y el espacio supone una apuesta interesante por atípica. En demasiadas ocasiones, asistimos a exposiciones que tratan de enseñar mucho de todo, y lo que consiguen es que el espectador se quede con la sensación de haber entendido nada de nada.

El recorrido de Realidad está estructurado en pequeñas salas de cine, con cierto aire a cine de verano y en las que poco a poco se va extrayendo y procesando el jugo que destilan el mosaico de ocho obras que la componen.

Aunque la reflexión crítica que trata de inculcar el proyecto puede ser a primera vista complejo y ramificado, el enfoque pedagógico que se atisba en la acertada selección de obras, hace de esta una exposición que puede llegar a un amplio y variado público. Este sólo tiene que poner un poco de su parte. Como cuando Alfredo le dice a Toto en Cinema Paradiso: “Sospecho que vos no queréis creer en mis palabras, más a vuestros ojos deberéis creer”.

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