miércoles, 16 de febrero de 2011

Ellas arrojan piedras, no bailan

Cabello/Carceller

Off scena: si yo fuera

Hasta el 13/02/2011 en Matadero-Madrid

Sara Fuentes Yáñez



“Los verdaderos trabajadores ultrapauperizados del capitalismo farmacopornográfico son las putas, los emigrantes “no elegidos”, los pequeños traficantes, los prisioneros, los cuerpos dedicados a los trabajos domésticos y de cuidado corporal, (...). Por consiguiente, no es solo insuficiente o mojigato hablar de “feminización del trabajo” para referirse a la transformación del trabajo en el capitalismo contemporáneo, sino definitivamente tendencioso”

B. Preciado, Testo yonqui, Espasa, Madrid, 2008, pp. 194.

Tiene que ser el estribillo. Desde que tengo uso de razón, la alegría que siento al escuchar las notas de “Si yo fuera rico” alcanza el paroxismo cuando llega el “dubi-dubi-dubi-du”. Corrían los primeros años de los 70, la que escribe tenía cuatro años, y este vinilo de 45 revoluciones giraba en el tocadiscos.

Un patriarca vigoroso cantaba este tema en la película El violinista en el tejado, agitando el cuerpo con frenesí, arrobado por la música de una orquesta imaginaria. Si yo fuera rico –cantaba-, holgazanearía, me pavonearía, y viviría en una mansión donde mi mujer gritase a las criadas.


Helena Cabello y Ana Carceller han pedido la colaboración de cuatro mujeres de una prisión madrileña para llevar a cabo su penúltimo proyecto,
Off scena: si yo fuera
. Un trabajo valiente y arriesgado que emplea la teoría postfeminista y queer para visibilizar los privilegios heteropatriarcales y de raza presentes en la sociedad neoliberal, para cuestionarlos, subvertirlos, y relacionar su carencia con la exclusión y el confinamiento. Recordemos como Judith Butler, en su último ensayo, profundiza sobre los conceptos de vulnerabilidad y precariedad, ahondando en la violencia que ejerce el Estado sobre el/la excluido/a. En nuestro país, la marginación y el castigo con la privación de libertad, también están feminizados.

Al entrar en la nave Abierto x obras, la instalación en diagonal de un escenario nos obliga a torcer nuestro camino, a girar, rompiendo el eje axial de la sala, para desembocar en un teatro construido por estructuras metálicas industriales –andamios- desde el que podemos ver la ficción rodada en estas mismas instalaciones y retroproyectada en una pantalla mayúscula que descansa en el suelo.

Como en otros trabajos de Cabello/Carceller, el espectador se encuentra con huellas de la acción que transcurrió en el instante precedente, del que no fue testigo, como en The End (después y antes) (2004), y Alguna parte (2002). En este último trabajo, y en Sin título (Utopía) (1999-98), el colectivo de artistas ya fotografió el espacio de las minorías: los locales lésbicos de Madrid, y las piscinas hedonistas de Hockney, pero vacías y cubiertas de hojas.

El espacio, podríamos decir, en construcción, de Off Scena, evoca, en primer lugar, a Zona F, el proyecto que en el 2.000 comisariaron Cabello/Carceller en el EACC de Castelló. Aquella exposición, que constituyó un hito en nuestro país, cuestionó los estereotipos del arte considerado feminista, y subrayó su pluralidad, recogiendo el pensamiento queer (según el cual la feminidad y la masculinidad son categorías abiertas, constructos sociales en permanente movilidad).

El montaje de gradas, que constituye un llamamiento a la participación del espectador, ya fue empleado por Cabello/Carceller en la muestra En construcción del 2004 (la Panera y la Sala Verónicas). Sin embargo, en Off Scena este aspecto se ve más profundamente explorado que en otras ocasiones, ya que los elementos de la instalación son practicables: nadie nos impide subir los escalones que conducen al escenario, enarbolar la bandera, descubrir lo que grabó una de las mujeres en el suelo, etc.

Las protagonistas del vídeo son cuatro mujeres muy diferentes entre sí. Una es de edad más avanzada, otra procede de América Latina, aquélla posee una orientación sexual explícitamente distinta...

Cuando la joven de apariencia masculina canta con aire de copla la primera estrofa de Si yo fuera rico, y lo hace con las maneras aprendidas de los galanes del cine patrio, la lesbiana del sur de Europa, la bollera latina (porque no olvidemos que en el ámbito anglosajón los españoles morenos somos de color, color latino), arroja una piedra (metafórica) al hombre blanco anglosajón y heterosexual.

Que el género es aprendido, performativo, y que se nutre de los medios hegemónicos de representación (el cine, la televisión, el espacio arquitectónico... ) ya quedó patente en anteriores trabajos de Cabello/Carceller, en los que también colaboraron con mujeres reclutadas por un proceso de casting: After Apocalypse Now (2006), Ejercicios de poder (2005) y Casting (2004).

Cuando la misma intérprete tira de un puntapié la lata de pintura que acaba de emplear, estas mujeres, dirigidas por Cabello/Carceller, arrojan una nueva y certera piedra, esta vez, al tejado de la escena artística, donde tal como indican los informes de la asociación Mujeres en las Artes Visuales, la presencia de mujeres artistas continúa siendo irrisoria.

Por otra parte, la reflexión sobre las condiciones de la práctica artística es otra de las preocupaciones de este colectivo, que recientemente comisarió Presupuesto: 6 euros. Prácticas artísticas y precariedad (Off Limits, 2010), con la colaboración de Jana Leo y Daniel G. Andújar. Este interesantísimo proyecto nos sirve para considerar que la crítica que Cabello/Carceller hace al binarismo de género forma parte de un cuestionamiento más amplio que abordaría, en general, a la sociedad capitalista neoliberal, al sistema de producción postfordista, y al papel que tendría el arte.


En el mencionado ensayo para Zona F, Cabello/Carceller abrían sus reflexiones con una cita a Deleuze, que se nos antoja toda una declaración de intenciones.

“Una teoría es exactamente como una caja de herramientas. No tiene nada que ver con el significante. Debe ser útil. Debe funcionar. Y nunca por sí misma”.

Para nosotros, el discurso teórico de Cabello/Carceller (en el que siempre han aclarado que se encuentran adentro), su práctica artística, comisarial -y si apuramos, pedagógica-, se encuentran imbricados y se sustentan en la teoría queer orientada a la práctica, a la acción, apoyada en lo real. Sus trabajos más recientes así lo ponen de manifiesto.

A/O Caso Céspedes (CAAC, 2011), en el que recuperaron la figura de Elena de Céspedes, hermafrodita, mulata y esclava del siglo XVI, según ellas explican “nació como una propuesta de herramienta didáctica de activación del cuestionamiento de los géneros establecidos”; y How to deconstruct gender? (Ecole du Magasin, 2010) proyecto no-expositivo al que estuvieron vinculadas, que tomó la figura de una mujer madeirense severamente condenada por llevar la vida de un general del ejército –varón-, para desmontar la definición tradicional de género.

Creemos que lo consiguen de manera brillante: cortocircuitar colectivamente las tecnologías performativas de género y contribuir a crear un nuevo imaginario político y poético, nuevos proyectos de transformación colectiva para el siglo XXI.

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